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sábado, 17 de abril de 2021

La Armada española de ultramar

Adquiera la escena en lámina u óleo.


La Armada Española a fines del siglo XIX

Durante la segunda mitad del siglo XIX los progresos en el diseño y construcción de los buques de guerra fueron realmente espectaculares. En apenas cuarenta años, los desarrollos industriales y armamentísticos experimentados en relación a la potencia naval hicieron surgir buques tan imponentes -y caros- como el acorazado Pre-dreadnought. La potencia de fuego y protección de estos monstruos del mar hacían inservibles los barcos que hasta entonces constituían el núcleo de las marinas de guerra, por lo que se desató una vertiginosa carrera para lograr la supremacía naval sobre la base de estos nuevos buques.

Tristemente para España, semejante competición exigía unos recursos financieros e industriales que no estaban al alcance de nuestra Patria. Es cierto que nuestro país hizo grandes esfuerzos para hacerse con uno de estos gigantes, y el acorazado "Pelayo" es el único y solitario ejemplo de ello. En su defecto se construyeron diversos buques alternativos, más económicos pero de menor poder y capacidad de supervivencia como los cruceros acorazados y cruceros protegidos.

En breve iba a quedar claro en el singular duelo naval de Santiago de Cuba qué tipo de buque prevalecería, porque en aquella aciaga jornada del 3 de julio de 1898 sería manifiesto por quién doblaban las campanas: la flota de los EEUU, compuesta por 4 acorazados, 2 cruceros acorazados, 1 cañonero y 3 cruceros auxiliares propinaría una soberana paliza a la escuadra española carente de acorazados del Almirante Cervera, hundiéndole 4 cruceros acorazados y 2 contratorpederos, con 343 muertos, 151 heridos y 1889 prisioneros, por sólo 1 muerto y 2 heridos del lado estadounidense.

Nuestra pintura naval

Hemos pintado una escena imaginaria que representa unos barcos típicos de la marina colonial española de finales del XIX. En primer plano aparece fondeado un crucero desprotegido del tipo Reina Cristina, con su casco pintado de blanco tropical, como correspondía a los buques de ultramar; algo más al fondo asoma la proa de un crucero protegido de la clase Reina Regente. El lugar de fondeo bien pudiéramos situarlo en uno de los puertos españoles del caribe.

Fuentes


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