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miércoles, 10 de septiembre de 2014

A todo trapo

Navío de Línea navegando a todo trapo


Mixta acuarela-digital

Un navío español de dos puentes cabalga sobre la Mar Oceana acuchillando las olas. El buque desconocido enarbola la bandera de guerra adoptada por el rey Carlos III el 28 de mayo de 1785.
Disponible.


El Imperio y la Armada

Las necesidades militares del Imperio Hispánico obligaban a la organización y mantenimiento de una fuerza naval que asegurase las comunicaciones marítimas de ultramar con la metrópoli. En esta lucha por el mantenimiento de la supremacía naval, el siglo XVIII alumbraría, como fruto natural de la evolución del galeón y otros barcos menores, el buque de madera más hermoso y majestuoso jamás construido: el navío de línea. Fuertemente artillado, estaba diseñado para conformar el núcleo principal de las escuadras de guerra, que maniobraban para formar líneas artilleras de una enorme potencia de fuego.



miércoles, 3 de septiembre de 2014

Navío San Genaro visto desde su Popa

Mixta acuarela-digital


Pintura del Navío de la Armada San Genaro

Disponible.

Esta pintura naval representa al Navío San Genaro.  De dos puentes y artillado con 74 cañones, el San Genaro fue construido en Cartagena en 1765 siguiendo el sistema de Jorge Juan. En 1778 participó en el bloqueo español a Gibraltar y capturó varios buques británicos. Su vida operativa finalizaría bajo pabellón francés, al ser transferido a Francia en 1801 con el nombre Ulysse, rebautizado después como Tourville. Fue desguazado en 1822.
En la pintura naval se muestra la popa del navío enarbolando la primera bandera de guerra con los colores rojo y gualda, adoptada por el rey Carlos III mediante Real Decreto de 28 de mayo de 1785.
Eran tiempos en los que los grandes buques de la Armada eran arte flotante; naves tripuladas por marinos sin par y cuya estética majestuosa enmarcaba las luchas engalanadas, aunque mortíferas, del viejo mundo aristocrático. En fin, conceptos  incomprensibles para unos tiempos, los presentes, en el que el disimulo, el camuflaje y la tecnología, en general,  han despersonalizado e industrializado el supremo momento del combate.