Esta lámina representa una escena de un combate naval entre un navío español y otro británico. A pesar de la supuesta invencibilidad de la Royal Navy, el siglo XVIII fue testigo de múltiples combates entre buques españoles e ingleses en los que la suerte no estaba, ni mucho menos, decidida de antemano para gloria del inglés. Al contrario, no era raro que éstos últimos saliesen muy malparados. La imagen representa a un navío de la Armada Española sometiendo a duro castigo a un buque de Su Graciosa Majestad en uno esos combates que he mencionado.
Combate naval. Siglo XVIII
Adquiera la escena en lámina u óleo.
PROCESO ARTÍSTICO Y RESULTADO FINAL.
Superado el desarrollo del boceto base para ilustrar la idea inicial, conforme al método utilizado para la elaboración de otras láminas militares de similar factura (ver La Batalla de las Terceras), este es el resultado final de un trabajo cuyos estados intermedios pueden verse en la sección correspondiente del Taller de Pinturade este mismo blog. Sobre la imagen así lograda, de características totalmente originales, se procede ahora a trabajarla con técnicas tradicionales para transformarla en un óleo. Si desea adquirir o consultar este producto.
Continuando con la elaboración de ilustraciones originales sobre la evolución histórica de la uniformología militar, damos entrada a una lámina del vistoso uniforme que portaron los Húsares de la Princesa en su época fundacional.
Disponible.
RESEÑA DE LOS HÚSARES DE LA PRINCESA
Aunque la entrada de este blog referida al uniforme de esta Unidad en 1864 ya da noticia histórica del Regimiento, recordaremos sucintamente que los Húsares de la Princesa fueron creados en 1833, y que su nombre fundacional era el de Regimiento de Húsares de la Princesa Isabel María Luisa, futura Isabel II. Inicialmente su cometido principal fue el de escolta de honor de la Princesa de Asturias. Sin embargo, la Primera Guerra Carlista (1833-1840) les obligó a prestar servicio como unidad de caballería en campaña, destacando especialmente en las acciones de Orduña (1836), Peñacerrada (1838) y, sobretodo, en la carga de Villarrobledo, en septiembre de 1836, donde los húsares de la Princesa de Diego de León obligaron al general carlista Miguel Gómez a desalojar esta villa y, debido al quebranto sufrido en sus fuerzas, a desistir de cualquier iniciativa estratégica sobre Madrid. Estos tres combates serían merecedores, cada uno de ellos, de las correspondientes corbatas de la Real y Militar Orden de San Fernando para su estandarte. Al acabar la guerra el Regimiento sería disuelto momentáneamente, pues en 1855 reaparece nuevamente para volver a primera línea de fuego en las Campañas de Marruecos (1859–1860), donde reverdecería laureles en los Castillejos, Tetuán y Wad-Ras. Más conflictos y nuevas guerras serían ocasión para que el Instituto demostrase sus cualidades guerreras, como hicieron cumplidamente en la a Tercera Guerra Carlista, las campañas de Cuba o las nuevas guerras en Marruecos.
Más figuras de nuestra Colección de Uniformes Militares.
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El AMX 30 ROLAND es un vehículo antiaéreo con lanzaderas de misiles Roland montadas sobre el chasis del carro de combate francés AMX-30. El misil Roland es también de fabricación francesa, siendo su alcance de 6 kilómetros con un techo máximo de 3.000 m. Alcanza una velocidad de 1,5 mach con una cabeza de combate de 9 kilogramos.
El Ejército de Tierra español adquirió 18 vehículos AMX-30 Roland para equipar al Regimiento de Artillería Antiaérea nº 81 con base en Valencia. Los AMX-30 Roland españoles están organizados en dos grupos A/A, contando cada uno de ellos con las versiones 1 y 2 de dicha arma. La primera version, de tiempo claro, es más barata pero también más limitada, en la que el seguimiento al blanco se realiza mediante un equipo electro-óptico; la segunda versión, con capacidades todo-tiempo -más avanzada aunque más cara- permite seguimiento radar sobre el objetivo.
Esta ilustración de militaría obra en nuestra Colección de Perfiles de Material Militar. Es esta página podrá consultar nuestras opciones y contactar con nosotros para exponernos necesidades específicas.
El Nieuport 52 fue un avión de caza monomotor, monoplaza, sesquiplano y de construcción metálica. Era un aparato de diseño y desarrollo francés que fue fabricado bajo licencia también en España desde 1927 hasta 1936, en las instalaciones que la Hispano-Suiza tenía en Guadalajara.
Durante casi una década, el Nieuport-52 fue el avión vertebrador de la caza de la Aeronáutica Militar Española y, si bien muy superado técnicamente al estallar la Guerra Civil Española, fue uno de los protagonistas principales en la lucha aérea al comienzo de este conflicto. Su rápido declinar vino de la mano de los nuevos modelos que italianos, alemanes y soviéticos pusieron a volar en los cielos de España, poniendo en evidencia una obsolescencia técnica que obligó a relegarlos a funciones secundarias alejadas de los frentes de combate. Para 1938, ya carentes de valor militar alguno, los últimos Nieuport-52 fueron enviados al desguace, de modo que ninguno de ellos sobrevivió a la contienda.
El ejemplar representado en nuestra lámina militar es el 12-66, perteneciente al Grupo 12 con base en Getafe. En la fecha del Alzamiento (18 de julio de 1936) este aparato se encontraba en el Parque Regional de Sevilla-Tablada recibiendo cuidados de mantenimiento y revisión, siendo inmediatamente puesto en vuelo a partir del 20 de julio de 1936 por el piloto Ramón Senra para, desde Tetuán primero y Sevilla después, realizar funciones de escolta a los primeros traslados aéreos de legionarios y regulares desde Marruecos a la Península. Días más tarde, el 27 de julio, el 12-66 de Ramón Senra sería enviado a Burgos a petición de Mola, pero el día 29 se averió en Soria y no estuvo disponible hasta el siguiente 2 de agosto. Aún habría de participar en algunas operaciones en el Centro peninsular y por cielos aragoneses, pero la evolución de la guerra y la entrada de nuevas aeronaves técnicamente muy superiores harían perder el rastro del Nieuport 52 matriculado 12-66.
Continuando con nuestra idea de crear ilustraciones originales sobre la evolución histórica de la uniformología militar, damos entrada a una nueva lámina correspondiente al uniforme que de los Húsares de Cantabria, unidad de caballería creada durante la Guerra de Independencia española (1808-1814) para luchar contra el invasor francés.
Disponible en óleo/acrílico o lámina.
RESEÑA DE LOS HÚSARES DE CANTABRIA
Los Húsares de Cantabria surgieron en los inicios de la Guerra de la Independencia, en el verano de 1808. Integrada en la División Cántabra, del VII Ejército, esta unidad de caballería duraría el mismo tiempo que la guerra que la alumbraría, pues acabada ésta, los Húsares de Cantabria serían fusionados en 1815 en el Regimiento de Coraceros de la Reina.
Su fundador fue el cántabro D. Juan José González de la Riva y Vivanco, VI Marqués de Villa Alcázar y experimentado oficial de Caballería curtido en la Guerra del Rosellón (1793-1795). Formó parte de las selectas tropas del Marqués de la Romana destacadas al norte europeo como aliados napoleónicos. Sin embargo, regresó a España en 1808, donde es ascendido a Teniente Coronel y recibe el encargo de crear una unidad de caballería que operase contra el invasor en la zona de la montaña cantábrica.
Con gran precariedad de medios, iniciaron sus primeras correrías con unas monturas por lo general de escaso porte y pequeña alzada, aunque resitentes y bien adaptadas a los terrenos montañosos en los que solían desenvolverse (asturcones o monchinos). Poco a poco, a medida que cosechaban éxitos sobre el invasor y a costa de éste, fueron mejorando su equipo, armamento y disciplina, lo que fue aumentando su eficacia y capacidad ofensiva.
Tras muchas escaramuzas y combates de suerte cambiante, los Húsares de Cantabria entran victoriosos en Santander en agosto de 1812. A partir de 1813 se "regularizan" e integran en grandes unidades de maniobra, participando activamente en la batalla de Vitoria y San Sebastián, donde destacaron al rechazar con brillantez un peligroso contraataque francés. Esta última acción hizo decir a un admirado Wellington que los Húsares de Cantabria estaban a la altura de los mejores soldados del mundo.
Tras vérseles combatir en Paredes de Nava, Saldaña, Rivas, Luarca, Sahagún, Aguilar de Campoo, Torrelavega, León, Oviedo, Gijón y un largo etcétera de escenarios del norte peninsular, el 10 de abril de 1814 tomarían parte, ya en suelo francés, en el último enfrentamiento de la Guerra de la Independencia: la batalla de Toulouse.
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Sobre este cuadro se nos ha ocurrido realizar una animación que ilustre el momento anterior y posterior al que representa la pintura. Es la primera que realizamos, esperamos seguir en el futuro con otras ideas y al mismo tiempo mejorando en realización y técnica:
Atravesando el Puente de Londres
Aunque no es un hecho real, no he podido resistirme a pintar
los aviones de Alexander Hess y Marseille atravesando el Puente de
Londres en pleno combate, anterior en el tiempo a la escena del derribo del Hawker Hurricane de A. Hess.
Atravesando la Torre Eiffel
Sin embargo el cuadro está inspirado en un
hecho que realmente ocurrió en Francia durante el final de la guerra. Un
Bf 109
intentando zafarse de un P-51 americano que le atacaba por la cola, se
adentró en París con la intención probable que la artillería antiaérea
amiga derribara a su perseguidor.
El avión alemán fue
alcanzado y en su desesperación por deshacerse del americano acertó a
pasar por debajo de la Torre Eiffel. Parece ser que el avión
alemán no consiguió su propósito de burlar a su oponente con esta
maniobra pues fue
finalmente abatido por el P-51 que también atravesó la torre. El piloto
Americano se llamaba William B.”Bill” Overstreet y consiguió salir de París sano y salvo volando a baja altura, siguiendo el curso del Sena para evitar los antiaéreos.
Como ya es sabido, este Blog de pintura militar quiere ilustrar la evolución histórica de la uniformología militar -española y extranjera- mediante el aporte de trabajos originales.
Siguiendo pues con esta idea básica, presentamos una lámina militar correspondiente al uniforme del Regimiento "2º de Ligeros", denominación del "Pavia" durante los años 1824-1844. La dilatada historia de esta emblemática unidad de la caballería española nos anima a confeccionar una lámina sobre su uniformidad, en particular la correspondiente a los años en que los avatares politicos le hicieron perder su nombre pero no su espíritu, pues la I Guerra Carlista le proporcionó la ocasión para demostrar su valor y valentía en las acciones de Alcaudete, Novaliches y, especialmente, Cheste, en la que ganó la Corbata de San Fernando al cargar uno de sus escuadrones contra un convoy carlista fuertemente protegido.
Disponible.
RESEÑA DEL REGIMIENTO
Creado como unidad de Caballería Ligera, el 1 de Mayo de 1684 arranca la gloriosa historia del Regimiento de Caballería Pavía. En efecto, en esa memorable fecha, el Gobernador General de los Estados de Milán manda organizar una fuerza de caballería compuesta por cinco compañías de jinetes croata. Apenas un año después, al aumentar a doce sus compañías montadas, pasó a constituirse en el Tercio de Dragones Arcabuceros del Conde de Scheldon. Tras guerrear en Italia y Francia al servicio de la Corona española, la Guerra de Sucesión española obliga al Tercio a combatir en España, hasta que la victoria borbónica lo reorganiza como Regimiento de Dragones Pavía.
Pese a los laureles victoriosos cosechados por el invencible Regimiento durante el siglo XVIII y principios del XIX, la Guerra de Independencia y la aguda inestabilidad política resultante de este conflicto, en 1824 el Pavía desaparece de la nómina de Regimientos de Caballería, siendo su denominación a partir de entonces y hasta 1844, fecha en la que recupera su denominación tradicional, “2º de Ligeros” o “León”. Durante este tiempo, el rebautizado "2º de Ligeros" mantiene vivo el espíritu originario y logra una Laureada en 1838. Recuperada en 1844 su denominación tradicional, la unidad es metamorfoseada varias veces hasta que en 1859 se convierte en regimiento de húsares, organización que mantuvo hasta 1931, año en el que la reforma Azaña lo fusuiona con el de la Princesa y Cazadores de María Cristina, formándose así el 3º Regimiento de Cazadores, perteneciente a la 1ª Brigada de la División de Caballería. En 1935, el regimiento así formado pasa a denominarse Villarrobledo, nombre con el que combate en la Guerra Civil.
Cual Ave Fénix, en 1944 el Pavía reaparece en Aranjuez como Regimiento de Dragones, sólo que ahora las monturas cambian radicalmente de fisonomía: los caballos son sustituidos por medios mecanizados y, tras los acuerdos con los Estados Unidos de principios de los cincuenta del siglo XX, el Regimiento comienza a incorporar los primeros carros de combate, concretamente los M-24, con los que se organiza un Grupo de Escuadrones Mixto al que se le ve combatir eficazmente en Ifni entre 1957 y 1958, a pesar de la penuria de medios. En 1965 el Pavía se transforma, dentro del su encuadramiento en la Brigada de Caballería "Jarama", en un Regimiento Acorazado, con dos Escuadrones de Carros Medios, uno Ligero Acorazado y uno Mecanizado.
El plan "META" de 1986 integra al Pavia, ahora con dos grupos acorazados, en la Brigada de Caballería “Castillejos” II. Para esta etapa dispondrá de AMX-30EM2, misiles Milán y blindados BMR, solo que abandona Aranjuez para trasladarse a Zaragoza, donde el plan "NORTE" reduce su orgánica a sólo cinco escuadrones: tres de Carros, uno Mecanizado y el de Plana Mayor. A finales del año 2001 los AMX-30EM2 son sustituidos por los M-60, lo que culmina el proceso paulatino de transformación del Pavía en una unidad de caballería pesada.
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